miércoles, 11 de mayo de 2011

Capítulo 4

4

20 de mayo. Un buen día para desatarse el apocalipsis. Bueno, ¿qué cojones? Cualquier día era bueno, supongo. Trabajo en el hospital de celador, o más bien.. trabajaba en el hospital. Y yo que me quejaba de que tenía días difíciles. Para dificil el de ayer.

Aún recuerdo todo más o menos con nitidez. La verdad esque los días duros habían empezado hacía ya unas semanas. Las bajas de algunos empleados por la fiebre esa que decían venía de la niebla. El colapso de enfermos en las habitaciones y urgencias. Gente viniendo a hacerse chequeos. Todo era bastante caotico y más caotico se iba a poner. Ya habíamos visto alguna cosa rara los que pasamos practicamente el día currando allí. Aquella madrugada al parecer habían muerto las primeras victimas de la fiebre. Y esa misma mañana, joder.. vaya mañanita. No se dónde empezó todo exactamente. Sólo se que en menos de una hora el hospital era un auténtico caos. La gente corría empujandose por los pasillos abalanzandose hacia las salidas. Gritos, y más gritos. No esque fuera mi deber pero como personal del hospital fuí a buscar el origen del alboroto. Me econtré con un par de compañeros igual de extrañados que yo. No había coincidido mucho con ellos pero los tres subimos esclaeras arriba esquivando a la gente que bajaba como loca. En el descansillo de la escalera una enferme atendía a una mujer que se había desvanecido. Ojalá fuera la única que se encontraba indispuesta.

Llegados a la segunda planta cada vez era menos la gente que bajaba corriendo. Sólo nos cruzabamos con alguna que otra persona que bajaba con el rostro desencajado sin prestarnos atención. Pasada la tercera planta todo era silencioso. Aún recuerdo como se nos pusieron los pelos de punta. Ese escalofrío que nos recorrió el cuerpo. Casi puedo volver a sentirlo ahora. Terminamos de subir los escalones que nos faltaban. Un enorme pasillo se extendía de izquierda a derecha. Al fondo de uno de los extremos la sala de espera. Y en frente nuestra uno de los pasillos de habitaciones. Había hasta cinco pasillos iguales que empezaban en el lado opuesto a la subida de las escaleras. No nos atevíamos a hablar. Yo por no saber no me sabía ni sus nombres. Miré en dirección a la sala de espera parecía desierta, sin embargo, algo raro había en el ambiente.

-Vamos a mirar en la sala de espera mientras...-no me dió tiempo a terminar la frase cuando empezó a escucharse una especie de gemido, o quejido, con voz ronca y sin fuerza.

Los tres nos volvimos hacía el pasillo que teníamos delante cuando hice ademán de avanzar mi compañero me detuvo

-Podría ser peligroso Rodriguez- me dijo sujetandome el hombro. El muy idiota se había limitado a leer la chapita que llevaba sobre el pecho
-Viene de allí- respondió el otro de mis compañeros. Señaló hacía el pasillo.-Podrian necesitar ayuda-
Ayuda ibamos a necesitar nosotros... pero como imaginarlo entonces. Cómo suponer todo aquello sólo por una horda de gente escandalizada. Por un simple, gemido, gruñido, o lo que fuera aquello. Nos adentramos con precaución en el pasillo el gemido seguía repitiendose una y otra vez incansablemente. Las puertas de las habitaciones estaban cerradas o entornadas pero no tuve el valor de mirar dentro de ellas. Algo me daba mala espina. Al fondo el puesto de control de enfermeria se acercaba. Pero antes de llegar nos paramos frente a una habitación. La puerta estaba abierta de par en par. El suelo en el pasillo lleno de sangre no auguraba nada bueno. Al asomarnos a la habitación había una enfermera o más bien lo que quedaba de ella en el suelo. Sus tripas por los suelos y su boca aún abierta en un grito eterno. Pero aún mas impactante que aquello fue el ver a otra persona con bata de paciente sobre su cadaver ¿devorandolo?. Aún no podía creermelo. Aún sigo sin creermelo, simplemente no quiero. Uno de los otros dos compañeros solto una maldición y aquella cosa reparo en nosotros. Nos miro con esos ojos que miraban sin ver, toda la cara llena de sangre. Tuve que contenerme para no vomitar.

Cerramos la puerta rápidamente y al instante empezaron a escucharse golpes y gruñidos detrás de ella. El volumen del estruendo empezó a subir y fue cuando nos percatamos de que no procedía sólo de detrás de la puerta que acababamos de cerrar. Si no que en todas se escuchaban ahora gruñidos. De el puesto de enfermeria vimos como dos ¿personas? avanzaban hacia nosotros los brazos semi alargados como si pretendieran capturarnos desde aquella distancia.

-Mover el culo.- fue lo único que se me ocurrió decirles a los otros dos mientras me volvía sobre mis pasos dirección a las escaleras. Cuando estaba llegando al final del pasillo una de esas cosas estaba en medio. Imposible esquivarlo. Reparé en una camilla que había en el pasillo un poco mas alante. Y cogiendo carrerilla me abalancé sobre el. Calló al suelo de espaldas y no me paré a comprobar si se recuperaba o no. Enfile las escaleras mientras podía ver como de la sala de espera de aquella planta mas de aquellos seres caminaban hacía mi. Me crucé con los de "seguridad" que subían porra en mano. No recuerdo si alguien me preguntó algo mientras bajaba, pero lo que si que recuerdo esque no fuí capaz de contestar a nadie. Me monte en el coche sin siquiera quitarme el uniforme del hospital y salí pitando para casa.


Había tenido que coger una entrada muy anterior a la habitual porque la carretera estaba congestionada, supuse que sería por algún accidente, ya que no dejaban de pasar camiones de bomberos y ambulancias. Así pues me encaminé con el coche hacía mi casa. Estaba al lado del hospital y me temía lo peor. Venía reflexionando sobre ello por el camino. En la tercera planta habían muerto una docena de pacientes. Era en la que mas muertos se habían registrado esa madrugada. Lo sabía bien porque era mi obligacion bajarlos a velatorios en la planta baja del hospital. Entonces, ¿todos esos?, ¿eran los pacientes?, ¿cómo tenía que llamarlos?. Esa duda se me disipó al llegar a la altura del parque Liana. Alli había una buena cantidad de gente corriendo avenida arriba los podía ver pasar desde el semaforo en el que estaba parado... Entonces le reconocí era el maldito Joaquin corriendo como alma que lleva el diablo con unas tijeras de podar enormes en las manos y justo detrás suya otra multitud, si. Pero de zombis.

-¡¡Joaquin!!- grite sacando mi cabeza por la ventanilla.-

Se giró buscando quien le llamaba sin dejar de correr. Me vió y me saludo con la mano sin pararse ni un momento. <<Sera gilipoyas, pues no le perseguían decenas de bichos de esos y me saluda con la mano como si nada>>. Aceleré y pase bien cerquita de los zombis. Adelanté a Joaquín y paré unos metros por delante suya mientras abría la puerta del copiloto.

-¡Corre mamonazo!-

Montó en el coche resoplando y se paró a coger aire.

-¿Quieres cerrar? ¡Que los tenemos encima colega!.- le increpé.

Joaquín miró por dondé acabab de llegar y tenía a los zombis encima, fue a cerrar la puerta y rebotó sobre una mano. No se escucho ningun grito ni quejido por la acción como habría sido normal si no que los dedos no dejaban de moverse buscando a tientas. La puerta mantenía pinzada la mano del zombie mientras Joaquín hacia fuerza para que no abriera la puerta.

-¡¡Quieres arrancar me cago en tu abuela!!- dijo sin mirarme mientras se le veía hacer acopio de sus últimas fuerzas para mantener la puerta cerrada.


Volví a acelerar y cuando llevabamos unos cinco metros abrio la puerta y dejando que el zombi callera al suelo volvió a cerrar. Soltó las tijeras en la parte de atrás del coche. Estaban manchadas de sangre.

-Te debo una- dijo resplando.- recuerdamelo. ¿Que cojones esta pasando colega?.
-No lo se Joaquin. No lo sé.- estaba atardeciendo.

viernes, 6 de mayo de 2011

Capítulo 3

3

Montamos los tres en el coche en completo silencio. Nos llevabamos la furgoneta de Rafa para poder cargar con todo. Las calles estaban bastante deshabitadas. Apenas encontramos a algunas personas que cargaban sus coches o miraban entre las cortinas hechadas de sus domicilios. Cuando nos acercamos al Mercadona algo raro estaba pasando. Había una gran concentración de gente en las puertas.

-¿Son zombies?- preguntó Elena poniendose en lo peor.
-No creo... pero para salir de dudas podemos acercarnos sin problemas. El parking da mucho juego a maniobrar en caso de que haya que salir por patas.- respondí mirando a aquella muchedumbre.
-Fijaos bien- añadio Isaac mientras les señalaba- parece que llevan palos algunos y otros parecen empujar carritos de la compra no creo que sean zombies precisamente.

Tenía razón sólo había que fijarse bien para darse cuenta de que eran personas normales y corrientes como nosotros. Aun así todavía se notaba a Elena algo nerviosa asique me acerque con sumo cuidado. La muchedumbre protestaba antes las puertas del centro comercial visiblemente nerviosa. Mientras los empleados intentaban infructuosamente que reinara la calma. La cosa no pintaba excesivamente bien, parecia que los nervios se habían apoderado de todos. Pronto empezaron los empujones violentos alguna de aquella gente estaba en el suelo sin conocimiento o quizas algo peor. Entonces sonaron cristales rotos, la marabunta entro en el supermercado empujandose y a golpes. No se veia a los trabajadores por ningun lado.

-¡Vamos!- gritó Isaac mientras se bajaba del coche.
-Ve con el Elena me quedo aquí por si intentan robarnos el coche.- le dije a mi novia mientras le pasaba la rama que usaba como arma.-

Isaac y Elena se adentraron entre la muchedumbre y pronto los perdí de vista. Esperaba no tardaran mucho..

. . .

Aquello era una locura. Miles de productos de toda índole estaban esparcidos por el suelo. Pisoteados, aplastados y rotos. Empezamos a recorrer los pasillos a gran velocidad. Elena me había cedido el palo pero se lo volví a entregar para coger un carrito de la compra cuyo dueño yacía en el suelo sangrando por la cabeza. Esto era una locura. Nos apresuramos a coger cosas de las mas esenciales. Comida la que pudimos acarrear sin importar si era fresca o enlatada. Ya nada importaba, se oian gritos por todos lados en el centro comercial. Parecía que iba a perder el juicio. Elena cogío compresas y tampones, champu, gel, desodorantes... Era increible cuan diferente pensabamos los hombres de las mujeres a veces.

Nos apresuramos hacía la salida. Las cajas para pagar abandonadas hacían de embudo y los empujones y carreras eran mas violentos en aquella parte del supermercado. Algunos se habían entretenido en saquear el dinero que guardaban las cajeras. Cuando porfin conseguímos salir localizamos a Dani con el motor en marcha esperandonos.

Al llegar hasta él, se bajó del coche y nos ayudó a cargar todo el contenido del carrito en el maletero. Cerramos y salimos cagando leches de aquel sitio de locos. La vuelta fue igual de tranquila que la ida. Apenas quedaba gente por las calles, salvo en las inmediaciones del polideportivo. No nos atrevimos a volver a pasar por delante del mismo. Pero las calles de cerca de el empezaban a estar preocupantemente infestadas de zombis.

. . .

Tenía los pelos de punta. Cuando nos montamos en la furgoneta mi cuerpo temblaba involuntariamente. ¿Cómo podía estar volviendose tan loca la gente?, ¿tan grave era la situación como para perder la compostura así de golpe?.

-Tranquila cariño. Todo va a salir bien.- repetía constantemente Dani para tranquilizarme mientras Isaac miraba abstraido por la ventana.- Tranquilizate.

¿Cómo cojones iba a salir todo bien con todos esos zombies danzando por ahí?.¿Pero este chico en que mundo vivé?. Pero tenía razón. Tenía que tranquilizarme como fuera. Al pasar por las cercanías del polideportivo el autocontrol se esfumó mucho más rápido de lo que me había costado tranquilizarme.

Llegamos al chalet. Aparcamos la furgoneta con el maletero pegado a la puerta que llevaba a la rampa del garaje. No había un alma en la calle. Me acerque a la puerta del garaje y tire de ella con fuerza. No se movió ni ápice. Dani e Isaac lo intentaron con identico resultado. Otra vez empezaba a ponerme nerviosa cuando Dani grito.

-¡¿Rafa, Marta, estais ahí?!-

Al momento se abrió la ventana del salón y asomó Marta.

-¡Enseguida bajo, ya hemos atrancado la puerta!- respondió y desapareció.

Unos minutos después y trás mucho sonido de maderas y metal la puerta se abrío hasta la mitad de su recorrido. Bajamos las provisiones rápidamente mientras Rafa subía a ayudarnos.

-¿Cómo ha ido la cosa?.- pregunto mientra cargaba un par de cajas de leche.-
- A la gente se le ha ido la cabeza tio- le respondio Isaac mientras cargaba un monton de latas en conserva.- Han asaltado el Mercadona justo cuando nosotros llegamos. Ha sido bastante caotico y por las inmediaciones del polideportivo hay bastante más actividad de zombies.-

Rafa nego con la cabeza con gesto de preocupación. Ya estaba todo practicamente descargado. Los chicos fueron a colocar los coches en forma de "U" para que hicieran de muralla entre la casa y la parte de fuera.

-¡Que demonios habeis hecho en nuestra ausencia!- grité mientras miraba alrededor.- Dios... si lo viera mi madre le daba un chungo.

No nos pudimos aguantar la risa después de tanta tension. La verdad esque se quedaba uno mucho más relajado después de reirse. Y no sin motivo. Todos sabiamos que en mi casa para mi madre el orden era más que sagrado.

-Solo hemos cambiado alguna cosa de sitio y bueno.. reutilizado alguna otra.- respondio Marta aun sonriente.- Vamos a colocar las provisiones y os voy contando.-

-Hemos pensado que lo mas seguro y logico es usar la planta primera. Estar en el garaje este, por muy habitable que sea no me termina de convencer.- empezó a decir Rafa mientras subia las escaleras cargado con algunas de las provisiones.- Aquí arriba tenemos el salón que es mucho mas amplio que el de abajo con la chimenea. Ya que calefacción no tenemos, ni tampoco electricidad con la que cocinar nos vendrá bien. Hay un monton de vajilla en la mesa que aún no habíamos llevado a la nueva casa, pero bueno no creo que sea un problema.-

-También esta la cocina y un baño en esta planta.- Agregó Marta.- y lo mejor esque aún no nos han cortado el agua. Por lo tanto hemos aprovechado y llenado los lavabos y bañeras de todas las plantas para tener agua corriente durante un tiempo. Aunque al final supongo se estancara...-

La verdad esque estaba bastante sorprendida por lo del agua. No se me había ocurrido que pronto dejarian de suministrarnos cosas tan básicas como la luz, el agua y demás.
Seguimos dando viajes de abajo a arriba subiendo la compra, si podía llamarse así a todo eso que nos habíamos llevado sin pagar, mientras Marta nos seguía contando.

-Hemos atrancado la puerta con un par de tablas de somier bastante resistentes. ¡Había de todo en el armario de las herramientas!- dijo satisfecha.-
-Tendriais que haber visto a doña "ferretera". - agrego Rafa con algo de ironía para picar a Marta.- le hacían los ojos chirivitas.-

-Serás idiota, si no fuera por mi aún estarias buscando como atrancarla.- le respondio Marta tirandole un paquete de pasta a la cabeza.- La cosa esque conseguimos fijar una de las tablas a la pared con el taladro de bateria de su padre. Que lo suyo nos costó porque apenas le quedaba. Y la otra tabla para que diera el largo del rail por donde corre la puerta la enganchamos a la primera con una pletina. De forma que ahora la puerta solo se abre hasta la mitad. Pero es super sencilla de encajar y desencajar. Hemos cegado las ventanas de abajo con tablas solo hasta la altura de la cara de forma que podamos ver rapidamente que pasa fuera. Pero si un bicho de esos se acerca hasta ella no nos podrá alcanzar.-

-¿Te has planteado empezar a llamarlos zombis?- pregunto Dani riendose mientras encendía la chimenea.-

-Zombis, bichos, seres, llamalo como quieras. Luego hemos empezado a desmontar la estanteria de hierro que hay en la rampa del garaje. Hemos bajado los dos sacos de dormir que había allí porque nos iban a ser de utilidad. Pero poco mas hemos encontrado que sirva. Con algunas planchas de metal hemos reforzado la entrada y la valla del jardin de atrás, que era la más endeble. Y bueno Rafa insiste en que los hierros que unen y sujetan las planchas no tienen desperdicio como arma.- comento Marta.

-Son un poco dificiles de manejar-Rafa sacó de detrás del sofa tres hierros de más o menos un metro de largo.- pero son bastante letales creo yo. Más que tu palo seguro Dani- dijo lanzandole uno de los hierros.-

-Podriamos usar nosotros los de hierro y dejarle a las chicas el bate y el palo que son mucho más manejables.- propuso Isaac mientras sopesaba uno de los hierros.-

-No es mala idea- contestó Rafa.

El resto asentimos en silencio. La idea de llevar un arma en parte me tranquilizaba. Pero en parte me aterrorizaba tener que llegar a usarla. Ya empezaba a anochecer cuando estendimos los sacos cerca de la chimenea y bajamos un par de colchones de arriba para poder dormir todos. Isaac propuso hechar las cortinas e indico que lo mejor sería cegar las ventanas del salón al menos en parte para evitar que la luz de la chimenea llamara la atención de los zombies. Y por fin parecía acabar, aquel día. Yo creo que el día mas largo de nuestras vidas.