lunes, 31 de octubre de 2011

Capitulo 6

6

WhatsApp Messenger

Abel.Alcorcon/ Ult.vez ayer 13:21
Mensaje enviado a las 8:23 del jueves 21 de Mayo:
Esper q stes bien. Si es asi, cntsta xfavor. Nosotrs stamos atrinxerados y tenems comida. Contsta x dios.

Isaac.Rodriguez/ Ult.vez ayer 18:09
Mensaje enviado a las 8:25 del jueves 21 de Mayo:
Esper q sigas vivo. Cntsta si es asi x dios, tienes q cntstar. Stams atrinxerados y tnemos comida. Cntesta!

Marta.Chini/ ult.vez ayer 14:35
Mensaje enviado a las 8:28 del jueves 21 de Mayo:
Si stas viva contsta. Simplemnt cntesta…


Solté el móvil en la mesa y me pasé las manos por la cabeza. Detrás de mí aún humeaban los restos de la hoguera que habíamos encendido en la chimenea. Elena y Dani estaban preparando algo de desayunar en la parte de abajo. Isaac había bajado a la rampa del garaje a buscar algo con lo que recortar las barras de hierro para hacerlas más manejables. Marta estaba sentada a mi lado en la mesa del salón. Llevábamos toda la mañana intentando contactar con alguien a través del WhatsApp. Era lo único que seguía funcionando, internet. Y a duras penas. Habíamos intentado acceder a multitud de periódicos por internet, pero la mayoría de los servidores estaban caídos o las paginas sin actualizar. Marta también soltó su móvil y me miró. No hacía falta que dijera nada para saber que tampoco la había contestado nadie.

-¿Nada?- dijo mirándome fijamente.-
-Nada. Estamos solos, parece.- le respondí.
-No digas eso, aún pueden contestar. Y además sabemos de algunos vecinos que siguen en sus casas. Por las mañanas se pueden ver algunas chimeneas humear a algunas manzanas de aquí.- Era la que más se había empeñado en salir a buscar supervivientes. Pero el resto recelábamos de ello.

-Ya lo hemos discutido, Marta, aquí no nos fiamos de nadie que no conozcamos de antes. Ya sabes que…- un zumbido interrumpió la frase.

No sabíamos que era, hacía tanto tiempo. Pero al bajar la mirada ahí estaba la lucecita parpadeando. Cogí el móvil con las manos temblorosas y lo desbloquee. Un nuevo mensaje WhatsApp.

Mensaje recibido a las 8:37 del jueves 21 de Mayo:
Isaac.Rodriguez/ en linea:
Claro ke seguims vivos, dnd tais??? Joakin sta cnmigo. Estams bien pero no sabmos ke hacer. Ni sikiera hems dormido.



-¡Subid todos! ¡vamos! ¡vamos!- grité por el hueco de la escalera- ¡Tenemos supervivientes!

Al instante empezaron a subir todos rápidamente. Elena y Dani cargaban con los cartones de leche vasos y demás desayuno. Isaac llevaba la barra a medio partir apoyada en el hombro.

-¿Quién?- era la pregunta más repetida por todos.
-Es Isaac. Y Joaquín está con él- les dije cuando hubieron entrado todos en el salón-.
-Isaac… ¿mi hermano Isaac?- preguntó Elena.

Asentí con una sonrisa de oreja a oreja. A Elena se le caían las lágrimas de felicidad por el rostro ante la noticia de que al menos su hermano seguía vivo.

Mi móvil vibraba incansable en mi mano. Isaac se impacientaba. Lo volvía coger para tranquilizarle y contarle quienes estábamos allí. Leí en voz alta al resto cada mensaje que nos intercambiábamos. Quedamos en que en media hora tenían que estar aquí. Entrar por la calle que limitaba con el campo para evitar así cruzar todo el pueblo. Y nosotros intentaríamos abrirles camino hasta la puerta. Sincronizamos los relojes de los móviles con el de Isaac y empezamos a prepararlo todo. Salimos al patio delantero armas en mano.

-Bien sólo tenemos una oportunidad. Isaac y yo moveremos nuestros coches para bloquear la calle que sube. Dani y las chicas os encargareis de que nadie llegue por el extremo opuesto al que deben llegar Isaac y Joaquín. Una vez lleguen tenemos que meterles rápidamente en casa mientras cubrimos la retirada con los coches y volvemos a dejar todo como estaba.- me sudaban las palmas de las manos.- Hemos de esperar a que falten 5 minutos para que llegue y rezar porque sea puntual.-

Todos asintieron en silencio. Isaac se adelantó y se incorporó a la verja.

-Bien, tenemos uno justo debajo de la valla, habrá que matarlo en cuanto salgamos. En la acera de enfrente hay dos pero uno de ellos esta tumbado en el suelo con la cabeza apoyada en la pared. No dará problemas hasta que se incorpore y espero que tarde bastante.- todos lo esperábamos en realidad.- Al final de la calle hay tres más y por donde han de entrar Isaac y Joaquín otros dos. La calle de subida no se ve desde aquí.-

Volvimos a asentir.

-Aparcar con la puerta del conductor mirando a la casa para que cuando bajéis del coche no tengáis problemas- apuntó Dani.
-Cierto.-respondí- Sería una cagada bajar por el lado de los zombis.

Pronto no quedó nada más que decir, paseábamos inquietos por el patio dando golpecitos con nuestras armas a las baldosas, el olivo allí plantado o el muro. A falta de 10 minutos desbloqueamos la puerta de nuestro rudimentario pero efectivo cerrojo y nos lanzamos fuera. Sentía la bilis en mi garganta. Nunca había estado tan nervioso.


···


Rafa miraba nervioso su reloj. Yo giraba el hierro inconscientemente en un movimiento repetitivo. Ya apenas quedaba tiempo para ponerse en marcha.

-Yo me ocupo del de la valla- les dije a Marta y a mi novia.- ocupaos de que no se acerquen los demás.-
-¡Al lio!- gritó Rafa mientras Isaac abría la puerta y sacaba las llaves.

Salí justo detrás de ellos que ya estaban arrancando sus coche y atrayendo a todos los zombis con el sonido de los motores. Allí estaba el zombi, hacía unos segundos solo nos separaban 30 cm de piedra y una fina chapa y ahora ahí le tenía. Levante el arma y la descargue con fuerza sobre él. Le golpee en el hombro. Y se tambaleo dirigiendo su atención hacia mí. Entonces la furgoneta de Rafa aceleró y el zombi busco el origen de este nuevo sonido sin saber bien a que prestar atención. Aprovechando la distracción golpee con el hierro al zombi en la cabeza lateralmente. Pude ver como se deformaban sus huesos del cráneo y caía al suelo.
Busqué con la mirada a Marta y Elena. Estaban dando cuenta del zombi que estaba al otro lado de la calle mientras el segundo intentaba incorporarse desde el suelo. Jamás lo consiguió. Isaac apareció justo en ese instante y acabó con su no vida, o lo que fuera que tenían. Las chicas terminaron con su zombi y se giraron hacia los que venían por la calle que teníamos que cubrir. Me situé junto a ellas sin perder de vista el resto de la escena.
Los coches estaban donde debían estar, pero nadie se movía no había ningún zombi aún lo suficientemente cerca como para atacar. Aunque duró más bien poco, los zombis no se movían precisamente despacio aunque nunca llegaban a correr, y al fondo de la calle se podía ver como doblaban la esquina decenas de ellos atraídos por el ruido supongo. Isaac seguía sin aparecer.

-Mantengámonos juntos- les grité a las chicas mientras me colocaba a su lado para ayudarlas a rematar otro zombi.

Pronto el suelo fue un rio de sangre. Habíamos matado cuatro o cinco que ahora yacían a nuestros pies.

-¿¡Donde cojones están!?- pregunté y por respuesta a mis dudas como si hubiera estado alguien esperando a que la realizara el coche de Isaac apareció a toda leche por el final de la calle aplastando a su paso un puñado de zombis.

Rafa se puso a hacer señas con las manos para que pararan lo más cerca del chalet posible, mientras aminoraba la marcha Joaquín bajó del asiento del copiloto tijeras en mano y se lanzó a ayudar con los zombis que bajaban calle arriba mientras volvían a colocar los coches en la entrada y nos íbamos retirando. Fue entonces cuando bajamos un poco más la guardia y un zombi agarró a Marta por lo hombros. El grito se escuchó en Lima. Marta cayó al suelo y el zombi encima. Intentaba desesperadamente apartarlo pero no podía.



Rafa apareció aun no recuerdo de donde, pero golpeó al zombi en la cabeza una, dos y tres veces; y hubiera seguido si hubiera quedado cabeza que golpear. Como pudimos, con ayuda de Joaquín y Elena, arrastramos a Marta dentro del chalet, mientras Isaac cerraba la puerta tras de nosotros. Marta temblaba sin control en el suelo del patio cubierta de sangre.

martes, 11 de octubre de 2011

Capitulo 5

5

Llevábamos varias horas allí sentados sobre el capó del coche sin saber que hacer. La ciudad a nuestros pies parecía un campo de batalla. Había varias columnas de humo que recortaban el cielo del atardecer, se podía distinguir algún movimiento esporádico en la lejanía de algún coche o persona o vete a saber que. Por lo demás todo era prácticamente silencio, silencio, y más silencio. Era todo lo que se escuchaba desde donde estábamos. El silencio, nuestra respiración y el rugir de nuestros estómagos. Esto último fue el detonante de todo.

-No sé tú pero yo me muero de hambre.- Joaquín rompió la calma que reinaban en el ambiente.

Asentí con la cabeza sin levantar la vista de la ciudad, más o menos a unas cuatro manzanas estaba mi casa. Y una enorme concentración de zombis también ya que estaba al lado del hospital.

-¿Qué sugieres?- le pregunté sin levantar la vista.

-Hay que bajar ahí tío y encontrar algo de comer. El supermercado está aquí al lado.

-El supermercado está al ladito del hospital Joaquín no es una buena idea.- me volví para mirarle, la verdad es que las tripas me iban a devorar por dentro como siguiera así.

-Algo tendremos que hacer macho. No he probado bocado desde las siete de la mañana con toda esta mierda.

A Joaquín le había pillado la hecatombe mientras trabajaba en el parque como jardinero. Primero la gente corriendo, según había narrado, eran pocos pero histéricos y poco a poco la locura se fue extendiendo. Preguntaron al subnormal que tenía entonces por encargado y les instó a seguir trabajando sin más. Ninguno de los que corría precipitadamente por la avenida o atravesando el parque respondía a ninguna pregunta. Poco a poco la gente se fue largando pero cuando llegaron ellos no quedó alma en aquel lugar. Joaquín había visto llegar a los primeros de aquellos zombis a una velocidad considerable para lo que suelen narrar los libros y películas. Al principio no sabía bien que eran pero cuando el primero de ellos llegó a su altura lo primero que hizo fue poner tierra de por medio como alma que lleva el diablo. Consiguió llegar hasta la avenida abriéndose paso a golpe de tijera y justo entonces le encontré yo.

Nos retiramos hasta las afueras de Móstoles y subimos a una colina cercana desde allí podíamos ver prácticamente toda la zona sur de la ciudad, incluido el hospital y sus alrededores.

-Sube al coche, vamos a ver dónde nos dan de cenar.- abrí la puerta del conductor mientras y monté.

-Si seguro que en algún restaurante siguen sirviendo cenas a esta hora.- respondió Joaquín sonriendo de oreja a oreja.

-Fuera de coña. ¿Dónde narices vamos?.

-El supermercado es un imposible, habría que mirar algún restaurante o bar de la zona.-

-Allí nos arriesgamos a que la comida no esté preparada y no me pienso parar a cocinar. Necesitamos un sitio donde no se pare de vender comida…

-¿Estamos pensando lo mismo?- dijo Joaquín.

-Vamos al Burguer- arranqué y nos pusimos en marcha.

Nos adentramos en la ciudad en cuestión de unos minutos y pusimos rumbo hacía el norte de la ciudad, teníamos que atravesar la ciudad entera prácticamente y no iba a ser un trayecto divertido precisamente. Respiramos aliviados al llegar a la avenida principal y ver que a pesar de los coches abandonados, estrellados, y demás obstáculos se podía avanzar a cierta velocidad, nos conformábamos con avanzar más rápido que los putos zombis que plagaban la calle. La mayoría de ellos se limitaban a mirar como pasábamos y antes de echar andar ya nos encontrábamos lejos y perdían el interés. Otros se abalanzaban hacía nosotros nada más vernos. Algunas personas estaban asomadas a los balcones y ventanas observando el panorama que se extendía bajo ellos, algunos nos señalaban al pasar, otros se encontraban fuera en grupos combatiendo a algún zombi aislado pero eran los que menos. Otros simplemente corrían huyendo del horror.

-Tio esto es una puta locura- Joaquín miraba por la ventanilla bebiéndose cada imagen que pasaba por delante.

De repente empezó a bajar la ventanilla a toda velocidad mientras buscaba las tijeras en el asiento de atrás del coche.

-¿¡Qué cojones haces Joaquín!?- grité mientras mi mirada iba de él a la carretera. Giré para esquivar un zombi que pasó cerca del lado derecho del coche al tiempo que Joaquín le estampaba un sonoro golpe con las tijeras en la cabeza.

-¡Que te den capullo!- gritó por la ventanilla sacando medio cuerpo fuera.-

Volvió a sentarse en el asiento y lanzando las tijeras en la parte trasera rompió a reír.

-¡Estas como una puta cabra!- le increpé pero no pude evitar sonreír.


Cinco minutos después llegamos al Burguer. Nos acercamos lentamente hasta el establecimiento. No había ningún zombi por los alrededores.

-Pararé justo en la puerta por si tenemos que salir pitando.- le dije a Joaquín mientras tiraba de freno de mano.

Nos apeamos del coche rápidamente, Joaquín empuñó sus tijeras y nos dirigimos dentro del establecimiento. La entrada principal estaba enfrente del mostrador después de cruzar todo el comedor . A la izquierda a media altura se encontraba otra puerta lateral. Al lado del mostrador los aseos. Estaba todo desordenado, mesas y sillas por los suelos, restos de comida en algunas zonas, etc. Todo parecía haber sido abandonado precipitadamente. Registramos rápidamente toda la zona incluida los baños y nos acercamos a la barra.

-Dos menús con hamburguesas y coca-cola gigantes por favor.- solté sin más como si me saliera del alma.

No podíamos resistirnos ya, rompimos a reír con lágrimas en los ojos. Necesitábamos liberar tensión y la risa nos ayudaba bastante la verdad. Cuando conseguimos recomponernos saltamos la barra y empezamos a arramplar con todo lo que podíamos cargar hasta que escuchamos aquel sonido que nos heló la sangre.

Volvimos a la carrera fuera de la cocina hasta la barra, y allí estaba en la puerta avanzando pesadamente. Detrás de él entró otro, y otro más. Pronto reparé en que alrededor del establecimiento pululaban al menos cinco más de aquellos zombis. Salté la barra con celeridad y agarré la silla que tenía más próxima.

-¡Date prisa Joaquín!- grite sin volver la cabeza mientras le lanzaba la silla al zombi que tenía más cerca.

Pateé una mesa contra el segundo zombi que le golpeó las rodillas y cayó estrepitosamente sobre el cuerpo de su compañero. Pero entonces aquel tacto me helo la sangre, hizo que se me erizaran los pelos de la nuca y que se me formara un nudo en el estómago. Algo me aferraba fuertemente el antebrazo derecho. ¿Cómo podía haber sido tan estúpido?, mientras combatía a los zombis que venían de frente dos de los que rondaban por fuera habían conseguido entrar por la puerta lateral y ahora uno de ellos me tenía agarrado. Todo sucedió a gran velocidad. Como un impulso que yo no controlaba mi puño izquierdo fue a estamparse contra la cara del zombi. Fue más un acto reflejo presa del miedo que un golpe premeditado. Al mismo tiempo noté disminuía la presión en mí brazo pude ver la silla lanzada por Joaquín contra el zombi y a este caer de espaldas. Entonces Joaquín tiró de mí para que me moviera.

-¡Vámonos Isaac maldita sea!.- me grito mientras se agachaba a recoger las bolsas con la comida. Sus tijeras bamboleando en el cinturón . Salí pitando detrás de él y abriéndonos paso a golpes montamos en el coche.

-¡Arranca! Arranca! ¡Arranca! ¡Arranca!- grito Joaquín insistentemente.-